Haokah

En la mitología Lakota, Haokah es un dios de trueno y relámpago. Le dicen para utilizar el viento como palillos para batir el tambor del trueno. Sus emociones se retratan enfrente de la norma; él ríe cuando esta triste y grita cuando es feliz, las marcas frías que él sudó y que calienta marcas él temblor. En arte, lo representan como teniendo dos cuernos, que lo marca como dios de la caza.

Tsukuyomi

Tsukuyomi (月読の命 o 月夜見の尊 Tsukuyomi-no-mikoto?), también conocido como Tsukuyomi-no-kami o Tsukiyomi, es el dios de la luna en la religión shintoísta y la mitología japonesa. El nombre Tsukuyomi es una combinación de las palabras japonesas "luna" (tsuki) y "lectura" (yomu). Otra interpretación es que el nombre combina las palabras "noche de luna" ("Tsukiyo") y el verbo "mirar" ("miru").
Tsukuyomi era el segundo de los "tres hijos nobles", nacidos cuando Izanagi, el dios que creó la primera tierra, Onogoro-shima, se bañó para limpiar sus pecados al escapar del inframundo y de la ira de su esposa Izanami. Tsukuyomi nació cuando Izanagi se limpió su ojo derecho, aunque en otra versión de la leyenda, éste nació de un espejo de cobre blanco que Izanagi sostuvo en su mano derecha.
Tsukuyomi ascendió a los cielos (Takamagahara) mediante la escalera celestial, donde vivió con su hermana, Amaterasu, la diosa solar, hasta que éste mató a Uke Mochi, la diosa de la comida, en una fiesta (esta terrible acción, que afectará negativamente al dios, resulta algo muy positivo para los seres vivos: del cuerpo de Uke Moochi surgieron los alimentos terrenales fundamentales, ya que de los ojos surgió el arroz, de sus orejas aparece mijo, de sus genitales trigo, de la nariz surge judias pintas y del recto la soja). Desde entonces, Amaterasu se enfadó tanto que no paró de moverse a través de los cielos, huyendo siempre de Tsukuyomi. Por esta razón la luna y el sol nunca se encuentran.
En otras versiones de esta historia, Uke Mochi fue asesinada por Susanoo que se utilizó para resaltar el caracter agresivo del dios del rayo.

Susanoo

Susanoo (須佐之男 Susanowo?) , en el sintoísmo, es el dios del mar o de las tormentas, y las batallas. Es el hermano de Amaterasu, la diosa del Sol y de Tsukiyomi, el dios de la noche. Este dios se califica a veces de brutal y a veces de considerado. El Kojiki y el Nihonshoki tienen escrita su legendaria represión de un monstruo de serpiente llamada Yamata-no-Orochi, en el país de Izumo. Ambos libros lo describen como un antecesor del linaje imperial. En contraste, algunos folclores lo consideran como un dios nativo o un cabeza de un pueblo de Izumo.

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[editar] Historia

Susanoo nació de la nariz de su padre Izanagi, cuando este se dio un baño para purificarse (típico en la tradición japonesa) de su desgraciado incidente en Yomi-tsu-kuni, la tierra de los muertos, cuando quiso rescatar a su amada Izanami de este reino. Susanoo mostró desde su infancia una actitud agresiva, pero un gran potencial, al fin y al cabo. Cuando su padre, Izanagi, quiso repartir su reino con sus tres hijos (Amaterasu,Tsukuyomi y Susanoo), Amaterasu recibió el sol y el cielo, Tsukuyomi recibió la luna y la noche, y Susanoo recibió el rayo, la tierra y el mar; pero esto no era lo que quería el dios: Susanoo se enfureció pero, como era consciente de que la ira de su padre era un peligro muy serio, esperó a que Izanagi se fuese al descanso divino, para luego enfrentarse con su hermana. Este enfrentamiento (que causó consecuencias muy serias) hizo que el consejo de los ochocientos dioses le expulsasen del cielo.

[editar] La Batalla con Amaterasu

Cuando Susanoo quiso enfrentarse a su hermana Amaterasu, para evitar heridas innecesarias, decidió hacer con ella un concurso de poder creador: consistía en crear cuanto más divinidades menores mejor. En la primera tanda, Amaterasu cogió la espada de su hermano y, tras romperla en tres fragmentos y masticarla, aparecieron tres hermosas diosas. Susanoo, para poder superarla, cogió las cuentas de la fertilidad de su hermana y, con ella, creo cinco dioses muy agresivos. Susanoo se proclamó vencedor, aunque su hermana, al pertenecerle a ella las cuentas con las que Susanoo había creado a sus dioses menores, dijo que ella era la vencedora. Susanoo se negó aceptarlo y destruyó la hilandería sagrada, hogar de Amaterasu, agrietando las paredes, defecando en el salón (lugar donde, según la tradición japonesa, se probaban los primeros frutos de la cosecha) y descuartizó y repartió por la hilandería el cuerpo del caballo “celestial”. Amaterasu se asustó tanto al ver al animal sagrado muerto, que huyó hasta una cueva, donde se encerró, provocando la oscuridad eterna. Rápidamente, Susanoo fue juzgado por el consejo de los ochocientos dioses, que se le culpó de asesinar al caballo “celestial”, asustar a su hermana (provocando así la oscuridad eterna) y de acabar con la vida de una de las doncellas de Amaterasu (ayudantes de la diosa en la hilandería sagrada), que murieron a causa de las astillas del telar cuando se rompió por el impacto con el caballo celestial.

[editar] Batalla con el "Yamata-no-Orochi"

Después de ser juzgado, el dios fue desterrado y enviado a la región de Izumo donde conoció a un hombre cuyas siete hijas habían sido asesinadas por el "Yamata-no-Orochi" una horrible serpiente de ocho cabezas y ocho colas; y solo la octava había sobrevivido. El hombre le contó al dios que la bestia vendría pronto para llevarse a la última hija; Susanoo decidió ayudar al hombre e ideó un plan. Pronto el dios trasformo a la hija en una peineta la cual coloco en su cabello. El día que la bestia atacó, el dios había ya construido ocho puertas colosales, y tras ellas había colocado vastas cantidades de una bebida alcohólica (sake); la serpiente cayó en la trampa y bebió la bebida neutralizante; ya caída en el suelo, Susanoo, tomó su espada y cortó cada una de las colas y cabezas de la serpiente, en la cuarta cola encontró una espada de hermosa apariencia, Kusanagi, tomando posesión de ella como presente para su hermana, el dios logró retornar a las mansiones divinas.

Amaterasu

Amaterasu Ō-Mikami o Amateratsu (天照?) es la diosa del Sol en el Sintoísmo y antepasada de la Familia Imperial de Japón según dicha religión. También conocida como Ōhiru-menomuchi-no-kami (大日孁貴神?), su nombre significa Diosa gloriosa que brilla en el cielo. Es una de las deidades sintoístas (kami) más importantes.

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[editar] Historia de la Megami

Amaterasu saliendo de la cueva.
Según se cuenta en el Kojiki, la Megami(Kami en femenino) nació del ojo izquierdo de Izanagi cuando se purificaba tras su intento fallido de rescatar a Izanami, naciendo de similar manera sus hermanos Susanoo y Tsukuyomi. El Kojiki la describe como la Megami de la que emana toda la luz, y en numerosas ocasiones se hace alusión a ella como la Megami del sol por la calidez y la compasión por aquellos que la adoran.
Tras la vergonzosa conducta de su hermano Susanoo, Amaterasu se encerró en una cueva. Al no estar ella el Sol no salía y el mundo se cubrió de tinieblas, los campos morían y el mundo se helaba. Los demás dioses temiendo que las tinieblas perduraran para siempre organizaron una fiesta en la puerta de la cueva. El ruido exterior atrajo mucho la curiosidad de Amaterasu, quien salió y se encontró con una Megami brillante y llena de luz. Un segundo después se dio cuenta que era su propio reflejo en el espejo. La mayor parte de los mitos giran en torno a un incidente en el que la Megami queda atrapada en una cueva por culpa de las acciones de su hermano Susanō. Sumido en un fuerte estado de embriaguez, este arrasa los campos de arroz de Amaterasu, llena todos sus canales de irrigación, y arroja excrementos en su palacio y templos (en otra versión estas acciones se deben a la furia del dios tras perder una competición destinada a subsanar su descontento con el reparto que su padre había hecho de cielo, noche y océanos entre los tres hermanos). La megami le ruega a su hermano que se detenga, pero este la ignora y llega incluso a arrojar el cadáver del caballo "celestial" a sus doncellas, que se encontraban tejiendo. Las mujeres mueren a causa de las astillas de madera que al romperse el telar atraviesan sus cuerpos (la mayoría de las versiones dicen que son sus órganos reproductivos los que son alcanzados por la madera).
Furiosa, tras ver el cadáver del caballo, Amaterasu se encierra en la Cueva Celestial y la sella con una roca. Como resultado, el mundo queda sumido en tinieblas y comienza a marchitarse y llenarse de malos espíritus. Los Kami-gami(Kami en plural) se reunieron frente a la entrada buscando una manera de hacerla salir. Se sentaron todos en torno a ella y colocaron un espejo dirigido a la entrada. Ama no Uzume, la voluptuosa Megami de la danza, dio la vuelta a una bañera y se puso a bailar sobre ella, marcando el ritmo con sus pasos. Durante su danza, se levantaba la falda y mostraba los pechos. El resto de Kami-gami hacía mucho ruido gritando, riéndose y animando. Amaterasu decidió echar un vistazo a ver qué era lo que pasaba, y le preguntó al que estaba más cerca de la entrada. Este le contestó que había una nueva Megami(Kami en femenino). Cuando Amaterasu preguntó quien era, este señaló al espejo, y esta, que nunca había visto su reflejo, se quedó absorta en la imagen. Estaba tan sorprendida que exclamó Omo-shiroi, que significa tanto blanca tez como fascinante. Mientras estaba distraída, los otros Kami-gami cierran la cueva tras ella, convenciéndola para regresar al Plano Celestial
Amaterasu fue enviada de joven a conquistar las Altas Llanuras del Cielo pero pronto tuvo que esconderse, ofendida ante el comportamiento de su hermano. Cuando dejó de esconderse, envió a su nieto a pacificar Japón y su bisnieto Jinmu se convirtió en el primer emperador. Esta hipotética fundación de la dinastía imperial japonesa fomentó la idea nacionalista pro-imperialista producida durante la Restauración Meiji de 1868.
Amaterasu carece de iconografía, pese a ello se le relaciona con el "Divino espejo" al que se refiere la leyenda de la cueva. De hecho, cuando manda a su nieto a pacificar Japón le da una espada, Kusanagi, recibida como presente de su hermano Susanoo para volver al cielo, un espejo (éste), y las joyas de la Familia Imperial, consistentes en la espada, Kusanagi-no-tsurugi (草薙劍), la joya o collar de joyas Yasakani no magatama (八尺瓊曲玉) y el espejo Yata no kagami (八咫鏡).

[editar] Caballos dedicados al Sol en el gran santuario de Ise

En Japón, la diosa del sol de la religión sintoísta, Amaterasu es adorada como la deidad antepasado de la Casa Imperial de Japón y como la deidad suprema de la nación de Japón. El Gran Santuario de Ise se ha creado para Amaterasu. Si nos fijamos en el interior del gran santuario de Ise, cerca de la entrada se encuentran los caballos dedicado a la diosa del sol Amaterasu. Estos caballos no son ordinarios, pero son los caballos que la Casa Imperial de Japón dedicados a la diosa del sol. Los caballos son vestidos y llevados a un lugar santo del santuario de tres veces al mes e inclinen la cabeza a la diosa del sol.

Sedna

Sedna es una deidad femenina perteneciente a la mitología inuit. Es el espiritu marino que vive en el fondo del mar, en una región llamada Adliden, donde llegan las almas de los muertos para ser enjuiciados. Es la creadora de todos los animales marinos. Se muestra hostil a los seres humanos: cuando estos actuan mal, Sedna les envía mal tiempo, fracaso en la caza y enfermedades.

[editar] Leyenda de Sedna

Sedna es una diosa legendaria del pueblo Inuit que aún hoy es muy conocida, existiendo tantas versiones de su mito como pueblos esquimales.
En una isla lejana una hermosa joven vivía solitaria con su padre viudo. Cuando tuvo la edad suficiente, todos quisieron desposarla pero ella no queria a ninguno. Sin embargo, un día vio aparecer en el horizonte un barco, cuyo capitán, un apuesto extranjero, la sedujo y se marchó con ella.
Más tarde la joven se daría cuenta de que el capitán era en realidad un chamán (según otras versiones, el capitán sería un ave mágica, un hombre-ave o un perro).
Después de un tiempo, su padre oyó quejidos más allá del mar: era su hija arrepentida, desesperada al conocer la identidad de su amado, pues estaba siendo maltratada. Embarcó entonces sobre su kayac para ir a buscarla y tras recuperarla, se hizo a la mar con ella.
Viendo a Sedna huir, el chamán, dotado de poderes sobrenaturales, ordenó al mar abrirse y desencadenó una furiosa tempestad. El padre de Sedna, atemorizado, accedió (a lo que se cree) a la voluntad del mar que reclamaba a su hija, y la lanzó al mar. Pero ella logró salir a la superficie, e intentó aferrarse al borde del barco. Como ponía la embarcación en peligro, el padre cortó los dedos de su hija con un hacha, que se convirtieron en peces y focas pequeñas, así como los pulgares y las manos, que se transformaron en okuj o focas de las profundidades, morsas, ballenas y todos los animales marinos.
Así el océano calmó la furia desatada por el chamán, y Sedna se hundió en el fondo, donde todavía reside como la diosa del mar.

Viracocha

Viracocha o Wiracocha también llamado el dios de la Varas es el más destacado entre los dioses del ámbito andino. Es posible que su gran difusión se debiera a que los religiosos católicos buscaban un nombre para explicar a los naturales el concepto de dios. Además, añadieron a su nombre otras palabras a fin de recalcar su calidad de ser supremo, de este modo se formó el nombre en quechua de: Apu Qun Tiqsi Wiraqucha (Apu Kon Titi Wiracocha).

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[editar] Etimología

En quechua, apu significa señor, tiqsi significa fundamento, base, inicio; mientras que wiraqucha proviene de la fusión de dos vocablos: wira (grasa) y qucha (contenedor de agua lago, laguna). En la simbología de los antiguos andinos, la grasa era una figura de la energía y el agua, el elemento capital del ciclo vital del universo.
Cuando los primeros cronistas llegaron a América, el español estaba en plena evolución y su alfabeto aún carecía de normativa. En tales casos, era común el uso tanto de la "v" como de la "u" para representar indistintamente la vocal [u] y a la semiconsonante [w], hoy representadas como u o hu. Por tal motivo fue mayoritariamente transcrito como Viracocha, aunque también algunos escribieron Huiracocha y Huiraccocha. Otras versiones fueron Ticci, Tiqsi o Tiksi.

[editar] Doctrina

En el Tahuantinsuyo, el culto a Viracocha fue muy restringido, pues aparte del templo de Quisuar Cancha eran pocos los santuarios dedicados en su honor y todos estaban localizados en la zona del Cusco. Su imagen se encontraba también en el Coricancha, y según los cronistas existía cierta rivalidad entre el culto a Viracocha y el culto a Inti, el dios sol. Al parecer, en ciertos momentos de la historia inca prevaleció la adoración de uno sobre otro.

[editar] Visiones sobre Viracocha

[editar] Según los cronistas

Los cronistas señalan que Tiqsi Viracocha vino de Tiahuanaco y creó unos seres a su semejanza . Algunas versiones mencionan que él hizo el mundo; que en su peregrinaje llegó a Cacha donde sus habitantes trataron de matarlo: él se arrodilló, levantó las manos al cielo e hizo bajar de lo alto un fuego que abrasó la comarca. Luego siguió su camino y llegó al puerto de Manta, donde se encontró con sus servidores y se embarcó con ellos por el mar.
En este tipo de relatos, hay coincidencia en mencionar que Viracocha es el dios supremo o hacedor del mundo.

[editar] Según la visión andina

En el antiguo Cuzco, se le dio gran importancia al ser "el que envió a Manco Cápac y Mama Ocllo a fundar una ciudad"(aunque eso se descartó porque esa leyenda tiene más de fantasía que realidad), ya que los "cuzqueños" creían que en verdad había ocurrido eso. Con el paso de los años se fue olvidando el culto a este dios, y se tomó más importancia al dios Sol(Inti), hasta el reinado de Yahuar Huacac(El que llora sangre), que mandó a construir el templo de Wiracocha en la ciudad del Cuzco, ya que Sinchi Roca en su reinado bautizó a AKAMAMA como QOSQO o CUZCO.

[editar] Doctrina

Viracocha al igual que otras deidades, fue nómada y tenía un compañero alado, el pájaro Inti, una especie de pájaro mago, conocedor de la actualidad y del futuro, representado en mitos orales como un picaflor de alas de oro (Quri qinqi).
Se da al dios todopoderoso la facultad de dirigir la construcción de todo lo visible e invisible.
Comienza su obra en el mundo de los antiguos (ñawpa pacha) tallando en la piedra las figuras de los dos primeros seres humanos, de los primeros hombres y mujeres que van a ser los cimientos de su trabajo. Estas estatuas las va situando Viracocha en los sitios correspondientes y, a medida que les da nombre, se animan y toman vida en la oscuridad del mundo primigenio (ñaupa pacha), porque todavía no se ha ocupado el dios de dar la luz a la Tierra, solamente iluminada por el resplandor del Titi, un puma salvaje y ardiente que vive en la cima del mundo, seguramente el jaguar que se entremezcla con otros animales en las representaciones totémicas del Imperio inca y de las culturas preincas anteriores.
Este mundo de aquí o Kay Pacha, todavía está en tinieblas porque Viracocha posterga toda su labor de erección de un mundo completo, al nacimiento de los seres humanos que van a disfrutar de él.
Satisfecho con los humanos, el dios prosiguió su proyecto, ahora poniendo en su lugar a sus hijos el Sol (Inti), a la Luna (Mama Quilla), y a las estrellas infinitas, hasta cubrir toda la bóveda celestial con sus luces.
Después, Viracocha se dirige al norte para, desde allí, llamar a su lado a las criaturas que él acaba de dotar con vida propia.
Al partir de Tiahuanaco, Tiqsi Huiracocha había delegado las tareas secundarias de la creación en sus dos ayudantes, Tocapu Huiracocha e Imaymana Huiracocha, quienes emprenden inmediatamente las rutas del este y del oeste de los Andes, para a su paso por tan largos caminos dar vida y nombre a todas las plantas y a todos los animales que van haciendo aparecer sobre la faz de la tierra, en una hermosa misión auxiliar y complementaria de la realizada antes por su dios y señor Huiracocha, misión que terminan junto a la orilla del mar, para después perderse regiamente en sus aguas, una vez cumplida la tarea ordenada por el dios creador principal del universo de los incas y preincas al parecer desde la época de Caral.
En los mitos orales se revela a Huiracocha como un sabio gobernante de la época de Caral el cual dio las leyes de la economía de la retribución (trueque, sistema de distribución del trabajo) como también del Ayllu o gran unidad familiar andina. Este Viracocha luego ascendió a la categoría divina, al igual que todos los grandes gobernantes preincas e incas.
Debido a este principal icono de la mitología inca, en el quechua moderno, sobre todo en los Andes centrales, es un tratamiento de respeto (como señor).

Pachacámac

En la mitología inca, Pachacámac o Pacha Kamaq (en quechua: Soberano del mundo) era un dios, reedición de Viracocha, el cual era venerado en la costa central del Imperio inca. Considerado "el creador" en las culturas Lima, Chancay, Ychsma y Wari.

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[editar] Reseña Histórica

En este nuevo relato sobre el origen del Imperio Inca, se cuenta que Manco Cápac está con sus tres hermanos, todos ellos hijos del Sol: Pachacámac, una divinidad ancestral que fue incorporada posteriormente al culto oficial inca, y que era adorado desde tiempos antiguos por los pueblos de la costa; Viracocha, y otro dios sin nombre.
El primero de esos hermanos es, precisamente, Pachacámac, quien al salir a nuestro mundo subió a la cumbre más alta, para lanzar las cuatro piedras a los cuatro puntos cardinales, tomando, pues, posesión de todo lo que abarcaba su vista y alcanzaron sus piedras. Tras él surgió otro hermano, que también ascendió a la cumbre por orden del menor, del astuto y ambicioso Manco Cápac, quien aprovechó su confianza para lanzarle al vacío y hacerse con el poder, tras haber encerrado a Pachacámac anteriormente en una cueva y haber visto cómo el tercero, el buen Viracocha, prefería dejarle solo, abandonando a sus terribles hermanos y aborreciendo sus manejos por hacerse egoístamente con el poder.
Pero hay otros relatos en los que, precisamente, es el antiguo dios Pachakamaq quien oficia de protagonista en el cuidado a los humanos.
Si grandiosa fue la aparición del primer Inca y la primera Coya, grandioso fue también su culto. A ellos se les adoraba en la multitud de templos solares de todos los rincones del Imperio inca, en un lugar del santoral muy cercano al gran dios Sol o Inti. De todos los emplazamientos religiosos dedicados a este gran dios inca, ya se tratara de templos, oratorios, pirámides, o lugares sagrados naturales, el que los encabezaba, por rango y por su grandeza, era el gran santuario de Inti-Huasi del Cusco, rico templo llamado también Coricancha, o sala de oro, puesto que sus paredes estaban recubiertas de láminas de ese metal, para mayor gloria del Inca y los dioses de los que él venía.
La imagen central del Coricancha era el gran disco solar, la imagen ortodoxa y ritual del dios del Sol, y a su alrededor estaban las demás capillas de las divinidades menores del cielo. Tras Coricancha, por su esplendor e importancia se sitúa el templo dedicado por los chinchas a Pachacámac en Lurín, cerca de Lima.

Debe señalarse que la cultura chincha tenía en Chincha Cámac a su Ser Supremo, ya que, aunque adoraban al dios Pachacámac (más por temor que por respeto o amor), y a él le dedicaban templos y huacas como una acción de agradecimiento por su labor creadora y le dedicaban ofrendas hechas por ellas o seleccionadas de entre sus frutos, por ser el salvador de sus antepasados a los que libró del hambre inicial, también estaban seguros de que este poderoso y temible dios, por su especial personalidad, no podía ser aquel a quienes ellos acudieran en busca de soluciones a sus cuitas y pesares.
En el gran templo de Lurín, cerca de Lima, se erigió un santuario para la adoración del dios sin piel ni huesos, como era descrito Pachacámac por sus fieles, los incas -tras asimilar este dios y su culto al del Sol- realizaron obras de embellecimiento, hasta hacerlo casi tan hermoso como Coricancha, cubriendo también de oro y plata la capilla central, la del dios Pachacámac, a la manera de lo anteriormente hecho con la totalidad del gran templo solar del Cusco.

[editar] El incario veneró una imagen preinca

El gran conjunto arqueológico de Pachacámac fue por primera vez admirado, en enero de 1532 por Hernando Pizarro y sus compañeros luego del largo trajinar que los condujo desde Cajamarca al lugar. Aquella misión española tenía como meta apropiarse de los tesoros áureos que se decía abundaban en aquel santuario y que debían completar el botín que haría efectivo el rescate de Atawillapa (Atahualpa). Pero, al aproximarse los españoles, los nativos habían puesto a buen recaudo sus joyas metálicas emblemáticas.
Por ello, las expectativas de los conquistadores no fueron satisfechas y su misión devino en fungir de portavoces del Evangelio. Para dar cumplimiento a este objetivo, se apoderaron e hicieron pedazos al ídolo principal, de madera. Lo ubicaron al violentar una pequeña cámara, situada en la cima del llamado Templo del Sol, la estructura arquitectónica de factura incaica y la más extensa de las construcciones que conforman Pachacámac.
El llamado Templo Viejo de Pachacámac ha llegado al presente muy deteriorado. Podría datar de los tiempos de Tiahuanaco-Wari, pero carece del estilo arquitectónico propio que desarrolló. Se ajusta más bien a las características que exhiben las construcciones de la cultura local, anterior, de Lima. Aquello permite proponer que si bien pudo ser levantado durante la etapa Tiahuanaco-Wari, se procedió a levantarlo según los modelos arquitectónicos tradicionales de la cultura Lima, que se caracterizan por emplar como material de construcción lo que se suele denominar "adobitos".
Como quiera que el ídolo me madera de Pachacámac no exhibía estilo incaico, de acuerdo con la descripción que de él hacen Miguel de Estete y el propio Hernando Pizarro, pudo ser heredado por generaciones. Acaso fue similar en algo a la Talla Giesecke, una vara de madera hallada en Pachacámac por Alberto Giesecke en 1938. Ésta presenta a un ser de jerarquía divina encumbrada de cuyo cinturón penden mazorcas de maíz, coronando un segundo cuerpo que presenta motivos simbólicos biomorfos. De ser éste el caso del Templo del Sol incaico, se seguía venerando a una divinidad de factura Tiahuanaco-Wari.
El Dios del Agua andino fue, por excelencia, un dios del sustento, puesto que en miótico conubio fecundaba con sus lluvias a la Diosa Tierra o Pachamama. Su figura fue interpretada de modo diverso a lo largo de los tres milenios por los que transcurrió la ancestral civilización peruana, como puede verificarse en el binomio cultural Chavín-Cupisnique. De Tiahuanaco sabemos que aparece estampado en la famosa Portada del Sol de Calasasaya, mientras que en moche se exteriorizaba en la figura de Ai-apaec. Por lo mismo, la Talla Giesecke debió también representarla. En tiempos del incario, y desde mucho antes, como lo revela la iconografía moche, el Dios del Agua era materializado en las altas montañas o apus.
Pero por lo que sabemos, en el incario el Dios del Agua andino era personificado sobre todo por el astro rey; el Sol. Pero no era el Sol el que era adorado por su condición conspicua que ocupa en el mundo esteler. , como al parecer se supone en consenso. Se le veneraba por cuanto personificaba al Dios del Agua. >Lo expuesto parece comprobarlo una escena presente en un kero o vaso de madera de factura inca elaborado en el siglo XVI. La reproducimos en el presente artículo, puesto que demuestra que para los antiguos peruanos no era incompatible que el Dios del Agua fuera personificado por la figura del Sol. En efecto, como se verá, el Sol es evocado en esta escena provocando la lluvia, que cae del cielo nublado para dar vida a los animales y a las plantas y asegurar de este modo el sustento de la humanidad.
Por algo a Miguel de Estete (1533) le fue relatado que Pachacámac (en su ciondición de dios del agua) era "quien los cría e sostiene e cría los mantenimientos".